En ocasiones, cuando su madre se le impone, o las cosas no salen como ella quiere, se le desborda el sentimiento y monta en cólera, llorando a mares y dando patadas y manotazos a todo aquel que intenta tranquilizarla.
Yo ni lo intento, acercarme. Le dejo tiempo y espacio y espero hasta que me parece que se excede en el tiempo, momento en que la llamo al orden con frases cortas, con firmeza pero en un tono suave, sin gritar:
-Paula, suficiente. Respira hondo. Venga, despacio...
Sé cuando no le he dado el tiempo suficiente porque además de persistir en los lloros, se aferra a mí gritando con toda la angustia de su mundo:
-Es que no puedo parar, tieta, NO PUEDO PARAR!!
Se le ha desbordado el sentimiento y la controla. Ella QUIERE PARAR pero le es del todo imposible en ese momento... Quiere, entiende que ha de parar esa actitud, pero no consigue hacerlo.
Nunca había sido tan consciente de cómo lo vive mi sobrina Paula, hasta este momento.
QUIERO PARAR, CIELO, TE JURO QUE QUIERO PARAR... de llorar, de gritar que "no es justo" y que "NO PUEDES IRTE", pero "no puedo parar, Cielo, NO PUEDO!!"
Sé que no debo, que no es la actitud correcta...que me he de moderar, desearte lo mejor, respetar tu decisión, "entenderlo", y no comportarme como una niña de ocho años con los sentimientos desbordados pero "no puedo, Cielo, NO PUEDO!!"
Y NO TE PIENSO ESPERAR! Se espera aquello que se ha ido. A la mierda, Cielo, si te crees que te fuiste alguna vez de mí, a la mierda! Aunque no me pasara por tu blog, aunque no te dejara comentarios, SIEMPRE estás conmigo. Ahora ya formas parte de mí, de esta Ana que soy. No te esperaré, joder!, no hay NADA que esperar, ESTÁS, lo entiendes, por mucho que te empecines en poner "adioses" por escrito.
Y no te acerques aún a mi blog, Cielo. No, si es para despedirte. Porque aunque quisiera dejar de llorar y maldecir y defenderme, con manotazos y patadas, de este vacío que siento dentro, "no puedo parar, Cielo, NO PUEDO!!"...