Sólo algunos detalles lo diferencian de sus compañeros: recibe y procesa la información de una forma más rápida y avanzada y sus emociones y sensibilidad son intensas, igual que su sentido de la justicia, su inconformismo o su perfeccionismo. Es perseverante, demuestra una gran sensibilidad emocional y una más que notable empatía. Son niños y jóvenes honestos, creativos, originales, responsables, con un gran sentido del humor, rebeldes, altruistas, aunque también experimentan mucho miedo al fracaso. Son excepcionales en sí mismos, pero caminan por una frágil frontera: sin motivación, sus altas capacidades pueden conducirles al fracaso personal y profesional más absoluto.
Tres diagnósticos han alcanzado la misma conclusión: es superdotado. Su cerebro es excepcional. Sin embargo, sus padres confiesan que le cuesta levantarse por las mañana, que no tiene ilusión ni interés por acudir a la escuela. ¿Por qué alguien con una capacidad extraordinaria para absorber conocimientos, analizarlos y elaborarlos ha perdido el deseo de aprender en la escuela? "La sociedad en que vivimos no acepta la diferencia y en los niños superdotados se aprecia un proceso de autoanulación de sus propias capacidades. Acaban siendo aceptados, pero a costa de la pérdida de sus talentos diferenciales. Acaban siendo aquello que no son y no son felices", describe José de Mirandés, secretario general del Consejo Superior de Expertos en Altas Capacidades.
Si sólo pensara y sintiera más que las personas que lo rodean, quizás no se habría dejado la esperanza por el camino; pero es que, además, recibe y procesa los conocimientos de manera diferente y vive sus emociones casi con vehemencia. Rechaza la repetición y aplaude el análisis. Relega la memorización y celebra el debate. Su manera de aprender y sentir se aleja del estándar.[..] Los niños con altas capacidades son víctimas de constantes errores de diagnóstico por la falta de conocimiento de los profesionales y por el funcionamiento de un sistema que no tiene en cuenta, o ignora, estos hechos diferenciales. En una misma población de Tarragona, por ejemplo, hemos detectado cinco casos de niños superdotados que han sido diagnosticados de diversos trastornos psicológicos y derivados a centros de atención mental...
Tres diagnósticos han alcanzado la misma conclusión: es superdotado. Su cerebro es excepcional. Sin embargo, sus padres confiesan que le cuesta levantarse por las mañana, que no tiene ilusión ni interés por acudir a la escuela. ¿Por qué alguien con una capacidad extraordinaria para absorber conocimientos, analizarlos y elaborarlos ha perdido el deseo de aprender en la escuela? "La sociedad en que vivimos no acepta la diferencia y en los niños superdotados se aprecia un proceso de autoanulación de sus propias capacidades. Acaban siendo aceptados, pero a costa de la pérdida de sus talentos diferenciales. Acaban siendo aquello que no son y no son felices", describe José de Mirandés, secretario general del Consejo Superior de Expertos en Altas Capacidades.
Si sólo pensara y sintiera más que las personas que lo rodean, quizás no se habría dejado la esperanza por el camino; pero es que, además, recibe y procesa los conocimientos de manera diferente y vive sus emociones casi con vehemencia. Rechaza la repetición y aplaude el análisis. Relega la memorización y celebra el debate. Su manera de aprender y sentir se aleja del estándar.[..] Los niños con altas capacidades son víctimas de constantes errores de diagnóstico por la falta de conocimiento de los profesionales y por el funcionamiento de un sistema que no tiene en cuenta, o ignora, estos hechos diferenciales. En una misma población de Tarragona, por ejemplo, hemos detectado cinco casos de niños superdotados que han sido diagnosticados de diversos trastornos psicológicos y derivados a centros de atención mental...
Texto: Carmen Grasa
Dominical La Vanguardia 26/02/2011
Hace treinta y pocos años, yo era una niña...
Hoy, ya no voy a la escuela; voy al trabajo. ¿Y sabes qué? No encuentro el momento de decirte que sigo siendo esa niña...