A la espiga de luz le gusta mucho Macaco. En concreto sus brazos. Bueno, todo, pero si ha de especificar algo seguro que serían sus brazos. "Hemos de darnos prisa, quiero estar en primera fila, ya verás que brazos tiene. No dejes de hacerle fotos, eh?" Y eso hicimos, darnos prisa.
Si la felicidad se pudiera explicar sería: esa "espiga de luz" exultante de alegría, saltando y cantando a mi lado; el buen rollo de un concierto de Macaco frente a una marea humana entregada; y, para rematarlo, el anfitrión, con el océano de sus ojos observándonos.
Cuando estoy un poco "pof" y ando necesitada de felicidad, le doy al On, cierro los ojos y ahí está: mi querida Kathy disfrutando de un concierto de Macaco en aquella plaza de Vitoria-Gasteiz...