sábado, 23 de octubre de 2010

Superando los 340mts/seg


No hace muchos años, dentro del entorno de la aeronáutica, se consideraba que alcanzar una velocidad cercana a los 340 metros por segundo era equivalente a morir inevitablemente. Los pilotos que se acercaban a tales velocidades sufrían un estrés horrible, ya que las vibraciones y la presión del propio entorno no vaticinaban otra cosa sino la destrucción.

Durante mucho tiempo se mantuvo esta creencia y continuamente los pilotos sufrían el azote físico, pero sobre todo mental, como consecuencia del trágico final vaticinado. Pero ocurrió, en un momento de tal parálisis inducida, que una persona (posiblemente sin miedo a la muerte) quiso ir más allá y tras soportar el infierno que supuso acercarse a esta velocidad, en un último empujón camino de su autodestrucción, rebasó ligeramente la barrera mitológica de los 340mts/seg (1200 Kms/hora), sintió un estallido como si de una bomba se tratase y cuando pensaba que ya no había vuelta atrás y que su vida había finalizado, se encontró mágicamente en el cielo.

¿Acaso habré muerto realmente? -se decía-. No siento nada, no pasa nada, sólo siento placer, como si estuviese suspendido, ingrávido. No tardó mucho en darse cuenta que viajaba, según sus relojes de abordo, por encima de la mítica velocidad. Pero entonces, ¿qué estaba pasando, qué era aquello? Preguntas con respuestas difíciles de contestar para aquella época.
La respuesta es muy sencilla (ahora).

Cuando un objeto se acerca a la barrera del sonido, la presión de sus propias ondas sonoras provoca la compresión de la frecuencia hasta rangos supersónicos, creando una resistencia al avance tan fuerte que parece como si luchases contra la muerte. Pero curiosamente, al atravesar la barrera del sonido, la propia compresión de ondas estalla en si misma y, tras atravesarla, todo queda en paz. Lo que antes era presión y estrés se transforma en una nueva dimensión que ofrece el efecto contrario, mayor impulso, sosiego y ausencia de perturbaciones.

Notas:
Fecha para recordar: viernes 22 de octubre, 16:30h.
Clima: Tenso.
Situación: El sujeto intenta superar la barrera del sonido.
Desenlace: Conseguido!
Estado actual del sujeto: En estado de ingravidez.
Sensación: PLACER

Dedicado a A. Canal. Por sus palabras. Por sus explicaciones con sonrisas. Por su buen hacer como profesional. Ha sido un placer saberte ahí. Gracias por todo.

sábado, 9 de octubre de 2010

Remember Volvoreta


Para volver a mi nuevo hogar voy por la Ronda Litoral y cojo la salida 22.
La primera vez que la cogí era noche cerrada. Llevaba el coche cargado hasta los topes y, entre nosotros, estaba muerta de miedo. Era mi primera noche en una ciudad que no conocía (aún no conozco), el día antes de empezar en mi nuevo trabajo, y en una habitación de una casa a compartir con compañeros que no conocía. Serían las 23:40h aprox. Ronda Litoral, salida 22, ronda litoral, salida 22 -me iba repitiendo. No te la pases que de noche te va a costar Dios y ayuda encontrar la calle! No me la pasé. Nunca me la he pasado.

En la salida 22 está el edificio de Gas Natural. Es Impresionante. Una mole de cristal con un diseño... abstracto-conceptual (ponerle vosotros la "etiqueta" que mejor gustéis) que te hace mirarlo dos veces. Claro que todo eso no lo supe hasta que no pasé por allí de día, porque de noche, todo apagado, no se ve nada más que el logo de Gas Natural, gigante, espectacular "volando" en lo alto de la noche. Siempre que vuelvo de Tarragona (noche cerrada), y lo veo, pienso en ti, Cielo, y sonrío.
También estás aquí, en Barcelona, conmigo.

Remember "Cuéllar´s Sobaditos"

Os llevo en el pensamiento. Es cierto. También aquí en Barcelona no dejo de tropezarme con vuestro recuerdo...

Domingo por la mañana. Cargada con la maleta, el bolso y una caja para mi family. De camino a coger el coche para ir a Tarragona... ZAS! Ahí estaba él; tendido en la otra acera. Cuéllar le haría una foto. Seguro! -pensé. Venga Ana, la haces y se la mandas para su colección.

Cruzo la acera, dejo todos los trastos en el suelo y aguantando la respiración me acerco. Dios! De lo que me temblaba el pulso y me castañeteaban los dientes pensé que se despertaría y se me pondría a gritar. Ya me veía echando a correr y dejando todas mis cosas a merced de aquel buen hombre y sus gritos...

A la vista está (notan lo "tembloroso" de la foto?) que mis nervios no tienen los arrestos que tienen los de Alberto.

¿Te pitan los oídos, Cuéllar? Deberían. Me cruzo con este personaje cada día y cada día me viene al pensamiento la magnífica foto que TÚ podrías haberle hecho...

martes, 5 de octubre de 2010

Neuronas contracturadas

Huele a día resuelto, a estrés olvidado, a "por fin en casa", a calma...
Sabe a estación de otoño, a regaliz negro, a grosella, a sueños...
Marqués de Riscal, su nombre; Reserva del 2005, su añada.
Es un obsequio.
Cuando llego a casa por la noche, me desnudo, escancio un suspiro en una copa y, "elMarqués" y una servidora, salimos al balcón; no sabemos quién mira a quién, en todo caso ahí estamos todos: la luna, el silencio, la noche, la calma...
Dicen que el trabajo dignifica; a mí me deja las neuronas contracturadas.
¿Cómo estáis? ¿Seguís ahí? Os llevo en el pensamiento.