Los protagonistas de esa sociedad dispersa y múltiple, que se va haciendo y deshaciendo a cada momento, son personajes sin nombre, seres desconocidos o apenas conocidos, que protegen su intimidad de un mundo que pueden percibir como potencialmente hostil, fuente de peligros posibles para la integridad personal.
De la inmensa mayoría de esos urbanitas --en el sentido no de "habitantes de la ciudad" sino de "practicantes de lo urbano"-- no sabemos casi nada, puesto que gran parte de su actividad en los espacios por los que se desplazan consiste en ocultar o apenas insinuar quiénes son, de dónde vienen, adónde se dirigen, a qué se dedican, cuál es su ocupación o sus orígenes o qué pretenden.
El sentimiento de vulnerabilidad es, precisamente, lo que hace que los protagonistas de la vida pública pasen gran parte de su tiempo --y en la medida en que les resulta posible-- escamoteando u ofreciendo señales parciales o falsas acerca de su identidad, manteniendo las distancias, poniendo a salvo sus sentimientos y lo que toman por verdad.
La desconfianza y la necesidad de preservar a toda costa lo que "realmente son" del naufragio que les depararía una exposición excesiva ante los extraños, hace de los seres del mundo público personajes clandestinos o semiclandestinos, perfiles lábiles con atributos adaptables "a la ocasión", entregados a todo tipo de juegos de camuflaje y a estrategias miméticas, que negocian insinceramente los términos de su copresencia de acuerdo con estrategias adecuadas a cada momento.
De la inmensa mayoría de esos urbanitas --en el sentido no de "habitantes de la ciudad" sino de "practicantes de lo urbano"-- no sabemos casi nada, puesto que gran parte de su actividad en los espacios por los que se desplazan consiste en ocultar o apenas insinuar quiénes son, de dónde vienen, adónde se dirigen, a qué se dedican, cuál es su ocupación o sus orígenes o qué pretenden.
El sentimiento de vulnerabilidad es, precisamente, lo que hace que los protagonistas de la vida pública pasen gran parte de su tiempo --y en la medida en que les resulta posible-- escamoteando u ofreciendo señales parciales o falsas acerca de su identidad, manteniendo las distancias, poniendo a salvo sus sentimientos y lo que toman por verdad.
La desconfianza y la necesidad de preservar a toda costa lo que "realmente son" del naufragio que les depararía una exposición excesiva ante los extraños, hace de los seres del mundo público personajes clandestinos o semiclandestinos, perfiles lábiles con atributos adaptables "a la ocasión", entregados a todo tipo de juegos de camuflaje y a estrategias miméticas, que negocian insinceramente los términos de su copresencia de acuerdo con estrategias adecuadas a cada momento.
"El Animal Público".
Manuel Delgado
5 comentarios:
Siempre que me preguntan qué tal en Barcelona y más concretamente qué tal mis relaciones en Barcelona, me viene a la cabeza este texto de Manuel Delgado.
En su lugar me limito a contestar:
No "huyo" de ningún lugar, nada o nadie; Tarragona se me quedó pequeña; he venido a Barcelona para ampliar mi "espacio de vida".
Y no, no soy demasiado "transparente", de verdad; quizás es que el "sentimiento de vulnerabilidad" de la gente con la que trato les hace demasiado "opacos".
En todo caso, vivir en Barcelona está resultando de lo más interesante a nivel antropológico...
¡¡¡Manuel Delgado!!! este tio es un referente. Tiene una mirada y una capacidad crítica que, por desgracia, escasea últimamente.
Tenia El animal público a medio leer desde hace años, y por tu "culpa", voy a retomarlo...
Gracias Ana!! y me alegro que te vaya bien por Barcelona!!
AlberT,
Querido sociólogo:
Ojala todas mis "culpas" resultaran tan satisfactorias como la de que retomes la lectura de "El animal público".
Jajajajaja
Un placer, guapo.
Y en otro orden de cosas...
¿Cuándo hablamos de "cromosomas"?
: )
Un abrazo transparente.
Siempre interesantes tus Entradas; aportando conocimientos
-de los que perduran porque los escribes "desde dentro"-
GRACIAS, Ana.
Te eché/echamos -Bego y yo- mucho
-pero mucho-de menos,
en el ConciertAZO de Curro
(que ambiente entre los -en algunos momentos- 53 visitantes)
MANUEL DELGADO: la ironia, el sarcasmo, la acidez, lo entrañable,mejor piensa por ti, el cinico realista, la inteligencia. Asumo a Manuel Delgado, como uno de mis referentes en el pensamiento critico. Envidio a sus estudiantes. Lo escucho SIEMPRE.¡¡¡¡¡¡¡¡
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