El Cardenal.

El Mosquitero (blog al que estoy subscrita) ha retado (a sus lectores) a que escribamos una historia corta en la que aparezcan; Una ventana y una calle desierta. Marchando!!.

Alguien estaba gritando y no le permitía concentrarse. Fuera, la noche se cernía sobre la calle desierta. Quién gritaba a esas horas?. Alzó la vista y con un barrido visual localizó la fuente de los gritos. Una compañera suya desde su mesa en la oficina que compartían se dirigía a ella haciendo aspavientos con las manos y señalándola acusadoramente. Centró su mirada en ella. Parecía que estaba increpándole por algo, si, eso parecía. Qué curioso! ahora que contaba con toda su atención, ya no le llegaban los gritos, veía cómo movía los labios, si, pero sólo los golpecitos que hacía un cardenal en el cristal de la única ventana que había en la estancia, rompían el silencio irreal que se había instalado en la percepción de esa escena.

Fijó su atención en la ventana. El cardenal posado en el alfeizar estaba intentando coger algo con el pico. Sus ojillos se cruzaron por un momento con los de nuestra protagonista y en un parpadeo de ésta, alzó el vuelo, llevándose consigo el cabo de un cordel. Y entonces sucedió. Las paredes del despacho empezaron a caer una a una. La brisa fresca irrumpió en la estancia, su piel sintió la caricia de la luna, el olor a césped recién cortado impregnado en rocío se instaló en su olfato y cientos de flores ocuparon su campo visual.

Se levantó del tocón en el que estaba sentada, sorteó un par de árboles frutales y ascendió por la empinada colina hasta el pié del sauce llorón dónde se encontraba su compañera. Posó su mano en el hombro de ésta y con voz suave le susurró; Acabo de caer en la cuenta de que nunca te he dicho lo mucho que aprecio TODAS las veces que te diriges a mi con un tono respetuoso y luciendo sonrisa a pesar del estrés en el que últimamente andamos metidas y todas estas horas extras que no nos queda de otra que hacer. Dime, hay algo que pueda hacer por ti antes de que las dos volvamos a nuestro trabajo?.

Cuando algo no te guste, sal de la escena, imagina que alguien estira del cordel que une las cuatro paredes que "cercan" ese momento y que éstas caen. Ahora "la escena" es otra. Lo ves diferente?. Adelante, inténtalo.