domingo, 22 de junio de 2008

La paella.


Los Auténticos, como muchas tribus de indígenas americanos, creen que es muy importante que uno observe a los demás miembros del grupo cuando están sentados en círculo, sobre todo a la persona que se sienta delante de ti, porque esa persona es tu reflejo espiritual. Las cosas que admiras en ese individuo son cualidades propias a las que deseas darles preeminencia. Los actos, la apariencia y el comportamiento que no te gustan son las cosas de ti mismo sobre las que necesitas trabajar. No se puede reconocer en los demás lo que uno considera bueno o malo, a menos que uno mismo tenga las mismas debilidades y cualidades en algún nivel de su personalidad. Tan sólo difieren en el grado de autodisciplina y la fuerza de su carácter. Ellos creen que las personas sólo pueden cambiar de verdad por una decisión propia, y que todo el mundo tiene la capacidad de cambiar cuanto quiera de su propia personalidad. No hay límite para lo que uno puede eliminar o adquirir. También creen que la única influencia real que se puede ejercer sobre otra persona parte de tu propia vida, del modo en que actúas y de lo que haces.
Las Voces del Desierto.
Marlo Morgan.

Mi nombre es “Ana”, pero en aquel círculo bien podría haber sido el de “Sonia”. Los mismos contornos, el mismo miedo, quizás la misma dulzura y me da –seguro- que el mismo respeto. Hablabas tú, preciosa, pero bien podría haber sido yo la que expusiera, esa tremenda angustia que nos acecha cuando atisbamos la posibilidad de repetir los patrones – los de nuestros padres, nuestros referentes- que condicionan –y cómo- nuestra experiencia en pareja.

Tiemblo de sólo pensar en la fuerza imprevista y desconocida, pero a la vez inevitable e indetenible, con que los padres dejan ciertas huellas en sus hijos, huellas que jamás podrán ser eliminadas, como las cicatrices de una quemadura. Los contornos de la voluntad y los temores de los padres se inscriben como buriles ardientes en las almas de los pequeños indefensos e ignorantes de todo lo que sucede con sus vidas. Necesitamos una vida entera para encontrar y descifrar ese texto grabado a fuego, y nunca podemos sentirnos seguros de haberlo entendido.
Tren Nocturno a Lisboa.
Pascal Mercier.

No podremos eliminar las cicatrices, quizás, pero después de escucharte -y reconocerme- puedo decir que nosotras NO hemos necesitado de una vida entera para descifrar el texto de nuestros recelos.

La paella?. Impresionante. La compañía?. La mejor.

Cómo decía Doris Lessing en “Love, again”: “Un corazón roto es una cosa, y ya has pasado por eso. Pero una vida rota es otra, y puedes elegir decir no”. Elegimos decir NO.

1 comentario:

Ana dijo...

Ayer una amiga organizó una paella en su parcela. Nos reunió a casi 20 personas. Su buen hacer (es una bellísima persona y un lujo de anfitriona), las personas que reunió y el entorno, gestaron, al final de la velada, uno de esos momentos mágicos que zarandean la vida de una cómo sólo los detalles inolvidables lo hacen.

Gracias Esther.